Sala Principal del Museo Histórico Municipal de Abánades |
Ellos se fueron y nos dejaron sus cosas
Teníamos dos
locales de propiedad municipal sin ningún uso, aprovechando un ofrecimiento del
Gobierno Central en la legislatura de Zapatero para fomentar el empleo,
política keynesiana, la corporación municipal con José Mª Gutiérrez, solicitó y
obtuvo fondos para reformar los locales. En principio se pensó en hacer un
museo etnográfico recopilando utensilios de la casa, de la vida cotidiana y de
las labores del campo. Este tipo de museos lo hay casi en cada pueblo, no
obstante cuando entramos en el Museo Municipal de los Espacios Históricos, que
así lo llamamos, la parte que da a las ventanas recoge una amplia muestra de
estas ocupaciones.
Las
circunstancias marcan el devenir histórico, en nuestro pueblo se mantuvo el
frente durante gran parte de nuestra Guerra Civil. Miles de hombres armados se
enfrentarían entre sí…
Por casualidad,
un fin de semana llegó a nuestro pueblo a hospedarse en el Hotel Rural Los Ánades, el alma de este proyecto, Ismael Gallego.
Su pasión por la historia reciente nos desenterró lo que teníamos oculto. Los
habitantes de Abánades fueron aportando utensilios y chatarra que Ismael fue
catalogando y, con ayuda de Luis Miguel Foguet, especialista en este tipo de
materiales, fueron dando cuerpo a lo que hoy es el Museo.
Cuando uno se
acerca a un museo como éste, donde no hay perspectiva histórica, los prejuicios
afloran más que en otro tipo de análisis histórico o cultural. Por mi parte,
quiero acercarme a estos objetos que aquí se muestran con una actitud analítica
metiéndome en la piel de los protagonistas desde un punto de vista humano y
filosófico. Este propósito es harto complicado, ya que lo más fácil es tomar
una postura y ensalzar las hazañas gloriosas de cualquiera de los dos bandos.
Sin más
preámbulo paseémonos por el Museo. Como ya hemos dicho, el Museo está compuesto
por la antigua escuela y lo que era la fragua, tiene forma de ele, el lado más
largo corresponde a la escuela y el más corto a la fragua. Entrando queda a la
izquierda la sala más amplia con un proyector y sillas colocadas frente a la
pantalla.
Indagando en
la historia de nuestro pueblo durante la guerra y la contienda en general, el
Museo ha generado su propia historia y ésta ha sido grabada y recopilada en
material gráfico recogido de las recreaciones que cada año se hacen el segundo
domingo de junio. En esta sala de proyecciones se han logrado acumular
testimonios de algunos protagonistas de la época, así como cortos con
explicaciones de arqueólogos y estudiosos de la materia. Tanto las recreaciones
como los demás protagonistas procuran mostrar lo ocurrido dejando que cada uno
saque sus propias conclusiones. Al fondo de esta sala sobresale la figura de un
cura, preconciliar, sobre un púlpito de forja. Recuerdo que este púlpito estaba
en la iglesia cuando yo era pequeño y los días de fiesta mayor, el sacerdote
nos sermoneaba desde arriba, era la época del Nacional Catolicismo. Como ya
hemos dicho, en el lado izquierdo, frente a la ventana, hay una muestra de la
vida cotidiana de los labriegos y pastores de la zona.
En la pared de
enfrente cuelgan fotografías de bombardeos y defensa de Madrid. Son
exposiciones temporales cedidas por algún apasionado del tema.
Bajo las
fotografías, sobre unos cajones de transporte de material, encontramos una
variedad de bombas clasificadas en función de su tamaño y su uso. Así tenemos,
como si de muñecas rusas se tratara, colocadas de menor a mayor toda una
muestra de piezas de artillería. Otro apartado está dedicado a las que fueron
lanzadas por obuses, carros de combate y, por último, las de mayor tamaño, que
fueron lanzadas desde aviones. Unas están intactas, aunque desactivadas, otras
explosionadas o fragmentadas. Para los interesados en la materia, esta muestra
abre un gran campo de curiosidades. Mi reflexión se inclina a lo que en
filosofía entenderíamos como potencia y
acto. Cuando el ingeniero diseña estos arte-factos,
busca la máxima eficacia para el momento de la explosión, acto, para ello el equipo diseñador utilizará todos los
conocimientos, tanto de la física como de la química, para llegar a un buen
término.
Nos dice
Aristóteles: «Por naturaleza, todas las
cosas nos llevan al fin». Los técnicos han hecho su trabajo, tienen que
comprobarlo sobre los restos de la explosión, sobre los muertos en que fallaron
sus predicciones. El conocimiento técnico en las guerras progresa de una forma
desaforada, no así en las relaciones humanas que busca soluciones después de
los conflictos.
Cada apartado
de los que trataremos paseando por el museo podría ser un ensayo sobre la
materia, ya que estos objetos concentran gran parte de la historia, por su
interrelación, de los actores de la primera mitad del siglo XX. Los Túpolev
rusos, Fiat italianos y Junkers alemanes lanzaron estas bombas. Sobre la
internacionalización del conflicto hablaremos más adelante.
Hay algunas
frases que se han dicho sobre las guerras:
Esto es la guerra, no hay normas.
Sálvese quien pueda, todo está permitido.
La guerra es la madre de todas las cosas, interpretado como la
dialéctica de la destrucción muerte y creación.
Si quieres la paz prepárate para la guerra. Viejo aforismo latino en el
cual muestra al hombre como un lobo para el hombre, estarás a salvo si te
temen.
La primera
víctima de una guerra es la verdad. En la guerra se cometen actos que
serían moralmente censurables y conviene ocultar.
Las guerras generan
muchas reflexiones, sobre todo a posteriori, valgan estas sentencias como
muestra de estos razonamientos. Parece que todas estas frases nos llevan a un
darwinismo social. ¿Qué lugar queda para los socráticos, cristianos y
pacifistas en general? También los hay. Por último, para cerrar este apartado,
al principio hablamos de la potencia, dejemos que estos artefactos se queden
obsoletos en potencia sin llegar al acto.
Antonio Gutiérrez Layna
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