Ellos se fueron y nos dejaron sus cosas
Los campos
quedaron yermos, los ganados emigraron o acabaron en la sartén del rancho de
los soldados. A la vida cotidiana previa al conflicto sucede esta
excepcionalidad de tanta gente movilizada, con el tiempo se hizo también
cotidiana. Aparecen restos de medicinas antirreumáticas, cucharas, tenedores,
platos de aluminio, botones, hebillas, cepillos, etc. Utensilios para la
alimentación y el cuidado personal, sobre todo. Pocos objetos personales, una
medalla de la Virgen apareció en un combatiente falangista así como otra de un
pueblo cántabro. La arqueología es una gran fuente de información.
Fotografía procedente del Archivo Rojo |
Hay una
fotografía de varios soldados republicanos con una lugareña que lleva en los
hombros una toquilla de lana, recuerdo haberlas visto durante mi infancia en
las mujeres mayores, la paisana sonríe junto al grupo de soldados. Poca
documentación gráfica y escrita encontramos. La convivencia tuvo que generar
grandes amistades y enemistades, amores frustrados, muchos recuerdos, grandes
añoranzas y momentos de inspiración. Recordamos las esculturas que aparecen en
el paraje de Las Puertas, eran momentos tediosos, la esperanza de que esto
acabe pronto y volver a la vida anterior a sus novias, madres, amigos, a labrar
sus tierras, poner en marcha sus talleres, tocar en la orquesta…, cada uno
tiene en la cabeza su proyecto de vida en paz.
Recordemos la
película de Berlanga, La Vaquilla, en
la que los maletillas, de bandos enfrentados, se despiden con un abrazo y
diciéndose: A ver si esto acaba pronto y
formamos cuadrilla…
Al principio
de la visita veíamos los carteles propagandísticos, es en esta sección donde la
tecnología servirá para difundir noticias, tenemos una radio, periódicos,
máquina de escribir y también un gramófono. La propaganda es fundamental en una
guerra, la radio era el internet de la época, servía para dar noticias, no
siempre verídicas, instigar e insuflar ánimo a los partidarios, arengar a los
combatientes o demonizar a los adversarios. La música cubría gran parte del
tiempo, la mayoría militar pero también la copla y la jota dependiendo de la
zona geográfica. Se dice que por nuestro pueblo vino a arengar a las topas
Miguel Fleta, pero no está confirmado, lo que sí es seguro es que se oía por la
radio y probablemente también en el gramófono.
El conflicto creó
un género de canciones, en muchos casos con música regional, pero con letras
que se ajustaban a las circunstancias: No
pasarán, Si me quieres escribir ya sabes mi paradero…, Tengo un hermano en el
frente…, El vino que tiene Asunción…, Ay Carmela, Anda jaleo… Hasta
nosotros han llegado algunos usos de aquella terminología, todavía nos referimos
al Parte, el noticiero diario, en
clara alusión a los partes de guerra, tendenciosos y poco fiables que se
emitían compartiendo espacio en aquella radio con música y chistes del momento.
La prensa era
otro medio de comunicación, menos eficaz que la radio, pero perdura en el
tiempo, Lo escrito, escrito está,
queda constancia de ello. Solía ser tan mentirosa, tan tendenciosa como la
radio. Sobre la pared hay recortes de periódicos de la época en los que aparece
la batalla del Alto Tajuña.
La máquina de
escribir fue utilizada, fundamentalmente, por los corresponsales de guerra
extranjeros. En La forja de un rebelde de
Mario Camus, vemos cómo Arturo, el protagonista, trata de censurar, en el
edificio de Telefónica de Madrid, a los corresponsales de periódicos
extranjeros, la falsa noticia de que Franco había entrado en Madrid en los
últimos días de 1936.
La máquina de
escribir daba un soporte más oficial, aunque se tuviera muy buena caligrafía,
de estas máquinas salieron edictos, bandos, proclamas de los dos ejércitos.
Detalle de la gramola expuesta en el museo |
El gramófono,
el tocadiscos de la época, tendría la función de reproducir música para deleite
personal pero también para propaganda entre trincheras cercanas, frente a
frente. Los combatientes se insultaban entre ellos con estas frases: Hijos de
la Pasionaria, queriendo decir que esta histórica militante comunista era una
puta, contestándoles los otros; Hijos de cura, llamándoles de esta manera
también hijos de puta por el carácter de castidad que procesan los sacerdotes.
Atrás dejamos
un proyectil con carga hueca que portaba propaganda en favor del ejército de
Franco. No fue muy usado este sistema propagandístico.
Amplias
vitrinas ocupan el frontal de la antigua fragua, estos objetos que aquí se
exponen los hemos resumido en la internacionalización del conflicto y la vida
cotidiana en las trincheras y la retaguardia. Queda por último una vitrina
estrecha, ocupando bien el espacio disponible, en la que aparecen restos de
botellas, latas, cristales y cosas aparentemente inconexas, son objetos encontrados
por los arqueólogos en las excavaciones de las trincheras. Son sumamente
elocuentes ya que nos habla de la procedencia de sus propietarios y nos da una
idea del mapa de la división de la España de la época. Valga un ejemplo para
constatarlo, en la zona nacional se encontraron unos cascos de cerveza Cruz Campo, la fábrica está en Sevilla. En
la zona republicana apareció una botella de coñac Peinado, procedente de Ciudad Real. Latas de conserva gallegas, de
carne de Mérida con los nombres y la estética de los nuevos ocupantes. Sabido
es que en la zona republicana quedaron las fábricas de papel de fumar y en la
zona nacional el tabaco, con proyectiles sin carga se intercambiaba para poder
fumar.
Hemos llegado
al final de la muestra. Todo este material encontrado, así como los
comentarios, nos conducen a la gran ofensiva que tuvo lugar en la primavera del
38 donde los muertos se contaron por miles. Aquí lo hemos bautizado como La
Batalla Olvidada, en algunos documentos se refieren a ella como la ofensiva del
Alto Tajuña, no pasó a la historia como la de Jarama, Brunete o Belchite, pero
no por ello fue menos cruenta. Tras varios días de lucha, donde se cree que se
llegó al cuerpo a cuerpo, la batalla quedó en tablas y se mantuvo así hasta el
final de la guerra. Los interesados en ampliar este apartado, así como conocer
a los mandos y tropas que participaron en la batalla, disponen de una pequeña
explicación que está impresa en el Museo.
Dos mapas
encima de estas vitrinas señalan con precisión cómo estaban estos parajes antes
y después del enfrentamiento.
Como alegato
final, hemos querido pasear por el Museo con el mismo espíritu que aquellos que
con tanta exquisitez lo han expuesto. Como decíamos al principio es muy difícil
no tomar partido, todos tenemos una ideología y una forma de ver el mundo, nuestros
compatriotas lo llevaron a puntos extremos. Lo mismo ocurrió en toda Europa,
sembrando la tierra de millones de muertos. Esta ingeniería social que se quiso
implantar en la mitad del siglo pasado nos debe hacer reflexionar en cómo deben
ser las cosas.
Hoy
pertenecemos a la Unión Europea, donde los gobiernos se han ido alternando
entre la democracia cristiana y la socialdemocracia apoyados por los liberales
en determinados momentos. Son formas de gobierno que toman el humanismo como
principio, con diferencias, pero con algo fundamental, la búsqueda del bien
común, la justicia y la libertad como elementos fundamentales que sustentan
nuestra convivencia.
Una curiosidad nos embarga, ¿cómo
reacciona el público que visita el Museo? ¿Respetuoso y callado llevándose sus
reflexiones a otros foros? ¿Toman partido y ensalzan lo que más les interesa?
¿Indiferencia? Habrá de todo.
Los objetos se muestran, no se
demuestran, como mucho esta demostración en el campo técnico, en cuanto a las opiniones
con frecuencia aflora la pasión y se obnubila la razón, pero siempre debemos
buscar la VERDAD, no nuestra verdad, ya nos advertía Aristóteles: «La verdad se dice de muchas maneras, pero es
una».
Antonio Gutiérrez Layna
Placa conmemorativa en el exterior del Museo Histórico Municipal |
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