Fotografía de Ismael Gallego Puchol |
La lucha por las tierras altas
En 1938 la Guerra Civil Española entra en su
segundo año, que va a suponer el punto de inflexión por la supremacía entre los
dos bandos enfrentados. Tras una serie de reveses militares que han mermado los
recursos y la moral de las armas republicanas, a principios de marzo el
Ejército Nacional inicia una amplia ofensiva en Aragón con la intención de alcanzar
el Mediterráneo y cortar en dos el territorio de la República. Pero el Ejército
Popular dista de estar derrotado, tenaz y sufrido trata de salir de las cuerdas
resistiendo sobre el terreno y con maniobras de flanco para contrarrestar el
esfuerzo principal del enemigo. Así a finales de marzo el Mando Supremo del
Ejército de Tierra dispone que el IV Cuerpo del Ejército del Centro, dirigido
por el Mayor de Milicias Cipriano Mera, actúe ofensivamente en Guadalajara a
fin de aliviar la presión sobre el Ejército del Este. El plan de operaciones
contempla atacar en dirección a Alcolea del Pinar y Sigüenza, tratando de profundizar
hacia Ariza para cortar las comunicaciones con Molina de Aragón, algo que si
sale bien comprometerá muy seriamente todo el frente alcarreño-aragonés para
los nacionales. En la última semana de marzo se concentra en el Alto Tajuña la agrupación
de maniobra que llevara a cabo la ofensiva, con las divisiones 5, 6 y 14 del
Ejército Popular. Mientas la 5ª División ataca la Cabeza de Puente de Abánades,
corresponde a la 14 romper el dispositivo enemigo del extremo oriental de la
maniobra, a lo largo de los 15 Km comprendidos entre la Ermita de Sta. Catalina
y el río Ablanquejo. Será un hueso duro de roer para las 70 y 98 Brigadas
Mixtas (en adelante BM), encargadas de tomar las alturas que los nacionales han
fortificado en torno a Sotodosos y Riba de Saelices. Al otro lado del frente la
75 División que manda el General Los Arcos tiene dispuestas sus reservas y
también lo están las de la vecina 74 División, los nacionales han sido
prevenidos por su servicio de inteligencia de la inminencia del ataque
republicano, pero no de la magnitud del mismo, ni la determinación con va a
llevarse a cabo.
La ofensiva no comienza con demasiado buen
pié en el sector oriental. La infiltración nocturna que había planificado el
Estado Mayor Central no es posible ante unas defensas enemigas mucho más
compactas que las descritas por los informes de inteligencia y la operación no
comenzará hasta las 7:00 horas, perdido ya el factor sorpresa. Así, mientras la
98 BM ocupa Ribarredonda y consigue avances limitados sobre sus objetivos,
firmemente defendidos por el 2º Batallón de Simancas, la 70 BM sufre un duro varapalo
ante sólidos fortines protegidos por tres líneas de alambradas, con un
estudiado plan de fuegos. El 20 Batallón de San Quintín nº 25 y el 183 de la
Victoria nº 28 baten implacablemente con armas automáticas toda posibles vía de
infiltración. Los nacionales mueven de inmediato sus reservas más próximas y el
sector es reforzado con la Bandera de Falange Orense, a la que no tardan en
unirse los Batallones 267 de Cazadores de San Fernando nº 2 y 2º de Milán nº 32. La compañía de tanques
que debía apoyar el avance sobre las posiciones de Puntal del Abejar y
Mocasilla “se despista” dejando a la infantería republicana sin más recursos
para romper las alambradas que su propio coraje, al que no va a la zaga el de
los defensores. Pese al derroche de valor de los atacantes y al eficaz fuego de
su artillería, los reiterados asaltos se estrellan una y otra vez contra las
fortificaciones. Para la 70 BM la jornada concluye sin haber alcanzado ningún
objetivo y con un 15% de bajas, entras las que se cuentan numerosos mandos,
como el mayor del 278 Batallón, abatido cortando con sus propias manos las
alambradas al frente de sus hombres.
Mejor van las cosas en el sector occidental.
Pese a que la operación ha comenzado a las 15:00, demorada 12 horas por una
reorganización del orden de despliegue, se progresa rápidamente. A las 16:00 h
la 2ª BM conquista Cerro Blanco y Vértice Cerro y una hora más tarde Cerro
Rojo. La pérdida de estas alturas sobre Abánades complica mucho a los
Nacionales la defensa del resto de posiciones al otro lado del río, donde el I
Batallón de Gerona nº 18 se pega al terreno como puede.
La mañana del 1 de abril se toma la cota
1.118 al sur de Abánades y fuerzas de la 39 BM combaten por las posiciones de
Lastras y El Rondal. A última hora de la tarde la 2ª BM se hace con Lastras y,
ya noche cerrada, con El Rondal. La Cabeza de Puente de Abánades ha caído y la
5ª División republicana entra en el pueblo. En el sector oriental también la
nueva jornada es más propicia para el Ejército Popular y mientras la vapuleada
70 BM se lame las heridas, a las 14:00 la 98 BM ha conquistado los vértices
“Calabazas”, “Millán” y “Montecillo” así como otras cotas estratégicas en torno
a los mismos.
En Abánades el 268 Bon. de Cazadores de San
Fernando nº 2, que acude desde Renales, se sitúa en el “Castillo” aún no
ocupado por los republicanos, pasando a ser la posición nacional más avanzada
en el sector. Sobre este punto se apuntala una línea de resistencia enlazando
las posiciones que aún conservan sobre el Tajuña, mientras se acometen los
primeros contraataques el 2 de abril. Ese mismo día la 70 BM vuelve a la carga
sobre el Puntal del Abejar. Tras un intenso duelo artillero y pese al renuente
apoyo de los tanques –el oficial de carros alega haberse quedado sin municiones
y es amenazado con ser pasado por las armas si no acompañan a la infantería- se
consigue romper las alambradas y tomar uno por uno los fortines del Puntal del
Abejar, que a las 11:30 está ya en manos republicanas mientras el ataque
prosigue hacia la Molatilla, tomándose a las 19:30 la cota 1.206.
El día 3 a las 19:00 se toma el vértice
Molatilla, que es rebasado y el día 4 los esfuerzos se concentran sobre la
Mocasilla, pero la 2ª BM no consigue enlazar con el flanco izquierdo de la 70, y
no se puede completar el envolvimiento del último baluarte de los Nacionales en
las tierras altas. También el apoyo de los tanques, que siguen consumiendo
demasiado rápidamente sus municiones, vuelve a ser deficiente, hasta el punto
que el comisario del 280 Batallón ejecuta de un tiro al teniente de carros en
mitad del combate por “cobardía ante el enemigo”. Para colmo, la aviación
nacional irrumpe paralizando las operaciones, pese a lo cual los republicanos
ocupan a mediodía los fortines de las cotas bajas. El día 5, tras una
preparación artillera y con un apoyo más resuelto de los tanques, el 280
Batallón se infiltra por la retaguardia de la Mocasilla y toma el fortín
principal de la vertiente este, aunque los nacionales retienen los bastiones del
vértice.
En el sector de Abánades igualmente han sido
tres días de durísimos combates. La 66 BM de la 6ª División refuerza a la 2ª y
la 39, revitalizando el avance hacia Cortes de Tajuña y Luzaga, que progresa
varios kilómetros. El 20 Batallón de San Quintín nº 25, el 267 de Cazadores de San
Fernando nº 2 y el 266 de Cazadores del Serrallo nº 6 se clavan al terreno y
son envueltos sufriendo graves pérdidas. El mando de la Agrupación de
Divisiones de Soria se las ve y desea para que una ruptura en profundidad de
los republicanos no conduzca al desmoronamiento general del frente, pero el
Ejército Popular ya ha llevado a cabo su esfuerzo máximo. El desgaste, las
elevadas bajas y la falta de reservas paralizan la progresión y el 6 de abril
las fuerzas republicanas pasan tácticamente a la defensiva, fortificando
febrilmente sus posiciones y relevando a las unidades más castigadas. Así la
138 BM -que guarnecía inicialmente el sector de Abánades- sustituye a las
exhaustas 2ª y 39, mientras en el sector oriental la 28 y 75 BM toman el lugar de la 98 y la 70 BM, esta última
con un 50 de bajas.
Los nacionales también han consumido sus
reservas divisionarias, pero reciben abundantes refuerzos. Al Alto Tajuña han
ido llegando unidades de choque de otros frentes, a la 152 División Marroquí
del General Rada, incorporada ya desde los primeros momentos se van sumando la
2ª Brigada de la 61 División de Navarra del General Muñoz Grandes, al mando del
Tte. Col Esparza, traslada a toda prisa desde el Cinca y la Brigada Pueyo de la 18
División, integrada por fogueadas tropas africanas procedentes de la Ciudad
Universitaria. Los nacionales disponen ahora de superioridad de medios y el día
7 pasan al contraataque en el sector de Abánades, donde la lucha será
especialmente dura en Vértice Cerro, férreamente por el 550 Batallón de la 138 BM
ante la I Bandera del Tercio, el 3er Bon de Arapiles nº 7 y el
3er Tabor de Alhucemas GFRI nº 5. También en el sector oriental
los nacionales están decididos a arrebatar a los republicanos los valiosísimos
observatorios conquistados en las tierras altas y el 16 de abril lanzarán una
contraofensiva con cinco batallones y abundante apoyo artillero y aéreo sobre
las posiciones que defiende la 28 BM. Los Nacionales recuperarán las posiciones
de Mocasilla, Molatilla y cota 1.206, pero no el Puntal del Abejar, donde el
109 Batallón cumple a rajatabla la orden de defender la posición “sin idea de
repliegue y hasta el sacrificio” manteniendo la posición en manos republicanas
hasta el final de la guerra.
Finalmente el 18 de abril el frente se
estabiliza en un trazado más algo convexo hacia el norte, la magra ganancia de
los republicanos tras casi tres semanas de combates. La “Batalla Olvidada”
había terminado tan súbitamente como empezó, pasando a ser una de las
operaciones más eclipsadas de la historia de la Guerra Civil pese a la magnitud
de los combates y fuerzas implicadas -prácticamente un cuerpo de ejército
contra otro– y las más de 7.000 bajas sufridas entre ambos bandos.
Fotografía de Ismael Gallego Puchol |
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