Asociación de Amigos de los Espacios Históricos de Abánades

Asociación de Amigos de los Espacios Históricos de Abánades - Museo Histórico, C/ Puente de las Eras, Nº 5, 19432 Abánades (Guadalajara) España.

miércoles, 28 de abril de 2021

La enfermera de Sigüenza - Segunda parte

LOS ITALIANOS

Matilde (a la derecha) con dos compañeras junto a una pieza de artillería

Entonces Matilde saca unas fotografías donde aparece con sus compañeras, sonrientes todas ellas, en distintos lugares de Sigüenza. Nos fijamos en las tres flores de lis bordadas en la solapa de su abrigo. Y nos surge la pregunta de si había intención por parte de los distintos grupos políticos de que las enfermeras se afiliasen a una u otra organización. Y le preguntamos por ello.

Recuerdo cuando venían los requetés para intentar convencernos a las enfermeras para que perteneciéramos a su organización. También tenía amigas que pertenecían a Falange. Y aunque a mí me gustaba mucho José Antonio Primo de Rivera, nunca fui falangista ni me afilié a nada. Hasta vinieron los carlistas y me dijeron que como monárquica que era debía llevar la boina roja y de hecho me la pusieron. Pero yo era únicamente una enfermera que estaba allí para atender a todo aquel que viniera al hospital. 

"Tocando el cielo" desde una de las torres de la Catedral de Sigüenza

¿Disponían de material médico y de los equipos necesarios?

En el hospital había de todo, no faltaba de nada.

¿Conoció a los soldados italianos que llegaron a Sigüenza con el CTV?

Sí los conocí. Los italianos llegaron una noche. Cuando me levanté para ir al hospital, me encontré toda la alameda llena de todo el material de guerra que trajeron. Como ese era mi camino de ida al hospital, tenía que atravesar entre todas aquellas cosas para acudir a mi turno.

Cuando iba por la carretera empezaron a decirme cosas que yo no entendía. Al principio pensé que eran piropos y que intentaban llamar mi atención y lo que trataban de advertirme es que me alejara de allí, porque no era seguro estar caminando entre cañones y material de guerra. Después sí, echaban muchos, muchos piropos (risas). Nos los encontrábamos por la calle y luego, claro está, en el hospital. Dentro del hospital tenían fama de ser muy tiernos. 

Distribución de las tropas del CTV italiano en los alrededores de Sigüenza. Archivo General Militar de Ávila.

¿Y notaba usted alguna diferencia entre ellos y los combatientes españoles o a la hora de la verdad, estando heridos, todos eran iguales?

Notaba una gran diferencia entre el comportamiento de ellos y de los españoles. Por ejemplo, si llegaba un herido al hospital y le dejaban en una camilla tendida en el suelo y se acercaba un oficial para estar con él, este le acariciaba el pelo o le pasaba la mano por la frente. A mí siempre me parecían actos misericordiosos realizados por buenas personas. Sin embargo, los españoles no lo veían así. Se burlaban de ellos llamándolos blandengues. Ellos no concebían actos así y se burlaban. Se consideraban mucho más duros.

¿Y una vez que partieron hacia el frente volvió usted a saber de ellos?

Después de la batalla volvieron derrotados porque claro, tuvieron un fracaso enorme en Guadalajara. Pasaron muchos por el hospital y cuando todo terminó ya no sé dónde fueron a parar. Se fueron desorganizando.

Legionarios italianos hechos prisioneros después de la Batalla de Guadalajara. Biblioteca Nacional de España.

Nosotros tuvimos en mi casa a dos alojados.

¿En serio? ¿Los recuerda? En este momento saca de una enorme caja que porta sobre sus piernas un par de tarjetas.

¡Claro! (sonríe). Eran el Maggiore Gaetano Baldoni y el Teniente Arando. Ambos estuvieron acogidos en mi casa y fue algo estupendo. De hecho, conservo aún unos tarjetones que ellos nos escribieron dándonos las gracias.

Su recuerdo despierta en usted una mirada cálida.

Es que siempre me pareció admirable que los italianos se estuvieran jugando la vida luchando por un país que no era el suyo, fuera de sus casas y tan lejos de sus familias. Yo siento un enorme agradecimiento por lo que hicieron. Muchos se dejaron la vida aquí. Por eso los recuerdo con muchísimo cariño.

Órdenes para el alojamiento de oficiales del CTV en Sigüenza. Archivo General Militar de Ávila.

¿Recibió alguna condecoración como reconocimiento a su trabajo de enfermera de guerra?

Durante la guerra se entregaron unas cruces al mérito militar y entregaron algunas de ellas a enfermeras del hospital. A unas chicas que no estuvieron todo el tiempo que estuve yo. A mí no me la dieron. Mis padres se fueron fuera de Sigüenza y yo me andaba ocho kilómetros para ir al hospital todos los días. Me quede en Sigüenza sola sin mis padres por seguir ayudando en el hospital y a mí no me dieron nada. Eso me dolió muchísimo porque me pareció una injusticia… pero no se me ocurrió decirlo a nadie.

¿De su experiencia en el hospital, que recuerda con más tristeza, y con más cariño?

Con más tristeza, ver a todos los heridos que llegaban, no poderlos atender a todos y verlos sufriendo… esto es lo más triste. Con más alegría, recuerdo la ilusión con la que acudíamos todas las enfermeras para curar a los heridos, acompañarlos y también la satisfacción de poder ser útiles, poder echar una mano en unos momentos tan difíciles.

Matilde Gamboa (derecha) en el patio del Hospital de Sangre (Palacio del Obispo)

¿Qué conclusión puede sacar de lo que vivió desde el inicio de la guerra hasta el final de la misma?

La guerra fue muy dura, muy dura.  Al principio temía muchísimo por la vida de mi padre. Sabía que si le encontraban le matarían. Pero después a mi padre ya no le perseguía nadie. Fue mucho peor antes. Cuando ya estaban los nacionales había bombas, había de todo, pero a mí no me importaba. Ya no iban a matar a mi padre.

Nos despedimos de nuestra enfermera de Sigüenza con otro texto, esta vez del relato “Viva la muerte” de Chaves Nogales, no sin antes agradecer de nuevo a Matilde Gamboa su testimonio y a Manuel Chaves Nogales su inspiración.

“A la historia lo que le interesa es su sentido, la significación histórica que pueda tener, y esa no se la dan nunca los mismos protagonistas, sino los que inmediatamente después de ellos nos afanamos por interpretarlo”.

Piense querido lector que a 85 años de distancia las cosas se ven de una forma bien distinta. Y es por ello que, desde la templanza que nos da el paso del tiempo, queremos homenajear a todas aquellas sanitarias de ayer. Y por supuesto a las de hoy. Ambas han tenido que lidiar, en condiciones de guerra, con el mayor de los enemigos para cuidar y sanar a los jóvenes de entonces, que en muchos de los casos son los abuelos de hoy. O en el peor de los destinos “poner su mano suave como un sedante sobre la frente del herido” para que en el último aliento no lo sintiera en soledad.

A todas aquellas mujeres que con silenciosa abnegación realizaron una labor encomiable sin esperar reconocimientos ni recompensas, a todas ellas, muchísimas gracias.

Disfrutándo de una soleada mañana de permiso con las compañeras

Texto: Rosa Moreno

Fragmentos de los artículos "Hospital de sangre" y "Viva la muerte" extraídos del libro de Manuel Chaves Nogales "A sangre y fuego"

Fotografías: Matilde Gamboa y Biblioteca Nacional de España

Mapa y documento: Archivo General Militar de Ávila 

6 comentarios:

  1. Preciosa e interesantisima entrevista a la única enfermera viva que pasó esos años, terribles, de la historia de España en su casa y hospital de Siguenza.

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  2. Una errata:en la fotografía de las tres enfermeras en el patio del hospital del Palacio Obispal... Matilde Gamboa es la de la derecha, no la del centro.

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  3. Esto es historia de España, historia de una generación digna de admiración y un verdadero ejemplo en estos tiempos de esfuerzo, lucha y superación. Matilde Gamboa lamentaba no recibir una condecoración por el mérito a su trabajo en su momento pero con este homenaje escrito, se ha hecho. Bravo👏

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  4. Por favor me urge contactar con el autor . Maestratatianadiazchacon@gmail.com
    Necesito contactar con Esta enfermera .

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    1. Contactamos con la familia a través de un intermediario. Sentimos mucho no poder ayudarte.

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