Asociación de Amigos de los Espacios Históricos de Abánades

Asociación de Amigos de los Espacios Históricos de Abánades - Museo Histórico, C/ Puente de las Eras, Nº 5, 19432 Abánades (Guadalajara) España.

martes, 15 de noviembre de 2016

El Museo - Tercera Parte

Ellos se fueron y nos dejaron sus cosas
Los campos quedaron yermos, los ganados emigraron o acabaron en la sartén del rancho de los soldados. A la vida cotidiana previa al conflicto sucede esta excepcionalidad de tanta gente movilizada, con el tiempo se hizo también cotidiana. Aparecen restos de medicinas antirreumáticas, cucharas, tenedores, platos de aluminio, botones, hebillas, cepillos, etc. Utensilios para la alimentación y el cuidado personal, sobre todo. Pocos objetos personales, una medalla de la Virgen apareció en un combatiente falangista así como otra de un pueblo cántabro. La arqueología es una gran fuente de información.
Fotografía procedente del Archivo Rojo
Hay una fotografía de varios soldados republicanos con una lugareña que lleva en los hombros una toquilla de lana, recuerdo haberlas visto durante mi infancia en las mujeres mayores, la paisana sonríe junto al grupo de soldados. Poca documentación gráfica y escrita encontramos. La convivencia tuvo que generar grandes amistades y enemistades, amores frustrados, muchos recuerdos, grandes añoranzas y momentos de inspiración. Recordamos las esculturas que aparecen en el paraje de Las Puertas, eran momentos tediosos, la esperanza de que esto acabe pronto y volver a la vida anterior a sus novias, madres, amigos, a labrar sus tierras, poner en marcha sus talleres, tocar en la orquesta…, cada uno tiene en la cabeza su proyecto de vida en paz.
Recordemos la película de Berlanga, La Vaquilla, en la que los maletillas, de bandos enfrentados, se despiden con un abrazo y diciéndose: A ver si esto acaba pronto y formamos cuadrilla…
Al principio de la visita veíamos los carteles propagandísticos, es en esta sección donde la tecnología servirá para difundir noticias, tenemos una radio, periódicos, máquina de escribir y también un gramófono. La propaganda es fundamental en una guerra, la radio era el internet de la época, servía para dar noticias, no siempre verídicas, instigar e insuflar ánimo a los partidarios, arengar a los combatientes o demonizar a los adversarios. La música cubría gran parte del tiempo, la mayoría militar pero también la copla y la jota dependiendo de la zona geográfica. Se dice que por nuestro pueblo vino a arengar a las topas Miguel Fleta, pero no está confirmado, lo que sí es seguro es que se oía por la radio y probablemente también en el gramófono.
El conflicto creó un género de canciones, en muchos casos con música regional, pero con letras que se ajustaban a las circunstancias: No pasarán, Si me quieres escribir ya sabes mi paradero…, Tengo un hermano en el frente…, El vino que tiene Asunción…, Ay Carmela, Anda jaleo… Hasta nosotros han llegado algunos usos de aquella terminología, todavía nos referimos al Parte, el noticiero diario, en clara alusión a los partes de guerra, tendenciosos y poco fiables que se emitían compartiendo espacio en aquella radio con música y chistes del momento.
La prensa era otro medio de comunicación, menos eficaz que la radio, pero perdura en el tiempo, Lo escrito, escrito está, queda constancia de ello. Solía ser tan mentirosa, tan tendenciosa como la radio. Sobre la pared hay recortes de periódicos de la época en los que aparece la batalla del Alto Tajuña.
La máquina de escribir fue utilizada, fundamentalmente, por los corresponsales de guerra extranjeros. En La forja de un rebelde de Mario Camus, vemos cómo Arturo, el protagonista, trata de censurar, en el edificio de Telefónica de Madrid, a los corresponsales de periódicos extranjeros, la falsa noticia de que Franco había entrado en Madrid en los últimos días de 1936.
La máquina de escribir daba un soporte más oficial, aunque se tuviera muy buena caligrafía, de estas máquinas salieron edictos, bandos, proclamas de los dos ejércitos.
Detalle de la gramola expuesta en el museo
El gramófono, el tocadiscos de la época, tendría la función de reproducir música para deleite personal pero también para propaganda entre trincheras cercanas, frente a frente. Los combatientes se insultaban entre ellos con estas frases: Hijos de la Pasionaria, queriendo decir que esta histórica militante comunista era una puta, contestándoles los otros; Hijos de cura, llamándoles de esta manera también hijos de puta por el carácter de castidad que procesan los sacerdotes.
Atrás dejamos un proyectil con carga hueca que portaba propaganda en favor del ejército de Franco. No fue muy usado este sistema propagandístico.
Amplias vitrinas ocupan el frontal de la antigua fragua, estos objetos que aquí se exponen los hemos resumido en la internacionalización del conflicto y la vida cotidiana en las trincheras y la retaguardia. Queda por último una vitrina estrecha, ocupando bien el espacio disponible, en la que aparecen restos de botellas, latas, cristales y cosas aparentemente inconexas, son objetos encontrados por los arqueólogos en las excavaciones de las trincheras. Son sumamente elocuentes ya que nos habla de la procedencia de sus propietarios y nos da una idea del mapa de la división de la España de la época. Valga un ejemplo para constatarlo, en la zona nacional se encontraron unos cascos de cerveza Cruz Campo, la fábrica está en Sevilla. En la zona republicana apareció una botella de coñac Peinado, procedente de Ciudad Real. Latas de conserva gallegas, de carne de Mérida con los nombres y la estética de los nuevos ocupantes. Sabido es que en la zona republicana quedaron las fábricas de papel de fumar y en la zona nacional el tabaco, con proyectiles sin carga se intercambiaba para poder fumar.
Hemos llegado al final de la muestra. Todo este material encontrado, así como los comentarios, nos conducen a la gran ofensiva que tuvo lugar en la primavera del 38 donde los muertos se contaron por miles. Aquí lo hemos bautizado como La Batalla Olvidada, en algunos documentos se refieren a ella como la ofensiva del Alto Tajuña, no pasó a la historia como la de Jarama, Brunete o Belchite, pero no por ello fue menos cruenta. Tras varios días de lucha, donde se cree que se llegó al cuerpo a cuerpo, la batalla quedó en tablas y se mantuvo así hasta el final de la guerra. Los interesados en ampliar este apartado, así como conocer a los mandos y tropas que participaron en la batalla, disponen de una pequeña explicación que está impresa en el Museo.
Dos mapas encima de estas vitrinas señalan con precisión cómo estaban estos parajes antes y después del enfrentamiento.
Como alegato final, hemos querido pasear por el Museo con el mismo espíritu que aquellos que con tanta exquisitez lo han expuesto. Como decíamos al principio es muy difícil no tomar partido, todos tenemos una ideología y una forma de ver el mundo, nuestros compatriotas lo llevaron a puntos extremos. Lo mismo ocurrió en toda Europa, sembrando la tierra de millones de muertos. Esta ingeniería social que se quiso implantar en la mitad del siglo pasado nos debe hacer reflexionar en cómo deben ser las cosas.
Hoy pertenecemos a la Unión Europea, donde los gobiernos se han ido alternando entre la democracia cristiana y la socialdemocracia apoyados por los liberales en determinados momentos. Son formas de gobierno que toman el humanismo como principio, con diferencias, pero con algo fundamental, la búsqueda del bien común, la justicia y la libertad como elementos fundamentales que sustentan nuestra convivencia.
Una curiosidad nos embarga, ¿cómo reacciona el público que visita el Museo? ¿Respetuoso y callado llevándose sus reflexiones a otros foros? ¿Toman partido y ensalzan lo que más les interesa? ¿Indiferencia? Habrá de todo.

Los objetos se muestran, no se demuestran, como mucho esta demostración  en el campo técnico, en cuanto a las opiniones con frecuencia aflora la pasión y se obnubila la razón, pero siempre debemos buscar la VERDAD, no nuestra verdad, ya nos advertía Aristóteles: «La verdad se dice de muchas maneras, pero es una».

Antonio Gutiérrez Layna

Placa conmemorativa en el exterior del Museo Histórico Municipal

viernes, 11 de noviembre de 2016

El Museo - Segunda Parte

Ellos de fueron y nos dejaron sus cosas

Atravesando el hueco de una pequeña puerta que daría entrada a la antigua fragua, encontramos la mayoría de las piezas de este museo. La franqueamos escoltados por dos banderas, una tricolor y otra bicolor, justo encima de este paso nos sorprende una bandera requeté o carlista. Pocas cosas encierran tanto simbolismo como una bandera. Las dos banderas pretenden representar al estado español, el mismo espacio físico para distinta concepción social, territorial y cultural. Abundan las definiciones para situar esta realidad física pero sumamente compleja desde el punto de vista de las emociones, así tenemos nominaciones con sus adjetivos para definir patria, nación y país. La bicolor con el águila imperial representa la unidad del territorio bajo una sola dirección, dictadura, además de otra simbología aportada por las facciones que combatieron junto a ella. La tricolor también pretende representar la unidad del territorio pero en la diversidad, o sea, el federalismo. Ambas tienen muchas cosas en común, las Columnas de Hércules con su lema Non Plus Ultra, no más allá, ninguna hace alusión a la corona, no aparece la flor de lis borbónica y sí hacen alusión a los distintos territorios que componen España, agrupados bajo la concepción social, económica, cultural, religiosa, artística… y todo lo que define la vida en común al hombre. Tenemos la bandera falangista y la de las juventudes socialistas, son antagónicas, es el reflejo de la España de la época, no debemos olvidar la bandera anarquista y la requeté. En este contexto prerrevolucionario poco podían hacer los republicanos, demócratas o monárquicos constitucionalistas. Sin querer hacer sociología, es difícil pasar por alto las circunstancias que tras el golpe militar llevaron al país a dividirse en dos en un conflicto que duraría tres años.
Bajo estas banderas, sobre una mesa, hay unos proyectiles semidesgajados, abiertos, una clara alegoría de la destrucción, de las consecuencias de la guerra o por lo menos así lo interpretamos. Parece decirle a las banderas: esto habéis conseguido, la fuerza hace reventar las cosas, utilizad la razón. No deja de ser una interpretación un tanto poética.
Tras el levantamiento de las tropas en África y la división del ejército en la península, el sistema de levas, como la mayoría de la administración queda dividida. Los partidos políticos trataron de persuadir a la población para que se alistase a su causa dando lugar a la aparición de una cartelería propagandística muy creativa. Al lado de las banderas partidistas, estratégicamente situados y aprovechando las columnas del edificio, tenemos ejemplo de estos carteles llamando a la participación con estética fascista o apelando a la unión proletaria, incluso hay un llamamiento a la guerra en francés.
Exposición fotográfica temporal de Javier Marquerie
La internacionalización del conflicto es el reflejo de la división que había en el mundo en esa época, fruto de las diferentes escuelas filosóficas. Es sin duda imprescindible el estudio de la historia de las ideas, aunque algunos consideran que todo fue fruto de la situación económica, la pérdida de valores espirituales, etc.
Nuestra guerra se internacionalizó y cada bando buscó y obtuvo sus apoyos. La participación en el conflicto de potencias extranjeras es muy controvertida, lo pasaremos de soslayo solamente haciendo mención, como veíamos en el apartado de las bombas, al armamento encontrado en la zona.
En la mayoría de las vitrinas abunda la munición, así como algún casco, bayonetas, balas y vainas con sus cargadores, hay una vitrina entera dedicada a las bombas de mano. El ejército de Franco se abasteció fundamentalmente de material alemán e italiano, se sabe que también hubo asesores de estas nacionalidades en nuestro pueblo, sostuvieron parte de la retaguardia italiana que en la primavera de 1937 lanza la ofensiva para llegar a Madrid, conocida como Batalla de Guadalajara.
El ejército republicano se abastecía de muchos sitios, pagaba el armamento y la guerra es un negocio para muchos a pesar de la política de no intervención acordada por las democracias occidentales. Aparecen municiones francesas, rusas, checas, polacas, mejicanas, canadienses… Al igual que el ejército rival, también tuvo sus asesores, la mayoría rusos. Si el ejército de Franco se trajo unos cien mil moros, en nuestro pueblo participaron dos tabores, apoyando a la República vinieron unos sesenta mil brigadistas, las llamadas Brigadas Internacionales. No hay constancia de su presencia en nuestro pueblo.
Varios cargadores de ametralladora de distinta procedencia
Siguiendo el paseo por el Museo nos encontramos en un rincón unos pilares de hierro entrelazados con alambre de espino. Un rollo de este alambre nos dice que eran muchos los lugares donde se cortaba el paso bien para defensa bien para delimitar una zona de otra, eran vallas, muros, cercas. Estas palabras se oponen a puentes. La separación está constatada y el maniqueísmo triunfa: o estás conmigo o estás contra mí, no hay término medio, la terminología no deja dudas, zona liberada o zona ocupada dependiendo del hablante. La abundancia de este material, tanto de guerra como de restos en general de la contienda, hizo que durante varios años después los habitantes de Abánades vivieran de la búsqueda de chatarra. En toda la zona aparecen fincas valladas con alambre de espino procedente de estas trincheras.
Un maniquí con un poncho que le cubre gran parte del cuerpo, parece ser que entre cuatro formaban una tienda de campaña, es la única muestra de indumentaria, siendo los uniformes una parte importantísima para reconocer la ideología, la estética y la concepción general de lo que representan. Una de las jornadas que organiza el Museo trató de la indumentaria de los combatientes, fue muy interesante. No sabemos si hay reproducción gráfica de estas jornadas, pero no se puede dejar pasar este punto. Difícil sería traer un avión o un carro de combate pero la indumentaria estaría al alcance de nuestras posibilidades. Desde aquí la sugerencia y el agradecimiento.
Unas cuantas maletas de la época se amontonan en el siguiente espacio. Cuando uno ve una maleta lo primero que le sugiere es el viaje, pero viajar se hace de muchas maneras, no nos referimos al medio, estamos en guerra y aquí el lenguaje es desplazados, socorridos, refugiados, los adjetivos son muchos calificando o determinando otras tantas circunstancias.
Cuando las tropas se incrementaron y estaba próxima la ofensiva, marzo de 1938, no era posible pastorear o labrar la tierra, los habitantes del pueblo se vieron desplazados a otros pueblos con sus ganados y enseres hasta que la situación se estabilizase. Algunos, que tenían ideología definida, buscaron refugio en las autoridades para que protegiesen su vida, de una manera u otra la convivencia está rota y la maleta preparada. En la exposición aparecen las maletas de madera utilizadas por los soldados al incorporarse  a filas.
Atrás dejamos una vitrina con documentos de la época, la preguerra y la posguerra, la dejaremos para otro tipo de análisis. Estamos metidos en el conflicto y aparecen por primera vez los protagonistas. Una gran fotografía, ampliación de una pequeña, muestra a un grupo de soldados vestidos de paisano, sonriendo, con los bigotillos de moda en la época y la estética de ese tiempo. Esta foto fue donada por los familiares de uno de estos combatientes, un músico catalán afamado en ese momento y que tocaba en una orquesta en Barcelona. Hay una sardana compuesta en esos días que recoge el sentido de los combatientes catalanes en estos parajes, Catalanes en la Alcarria es el título. Sirva este ejemplo para reseñar la mezcla de gentes, condición social y procedencia geográfica que convivieron en  las trincheras.
Soldados catalanes de la 138 Brigada Mixta del Ejército Popular en el frente de Abánades
Había vida cotidiana en la retaguardia dentro de la excepcionalidad que supone tanta gente movilizada, no siempre se estaba tirando tiros, aunque sí había que estar preparado para ello. Pero quedaba tiempo para bromas, juegos y actividades diversas, Te veo en el aire como la Petra de Canales, broma o burla, según se mire, que se le gastaba a una tal Petra, natural del pueblo citado, parece que los soldados republicanos le prometieron llevarla a Rusia en su aeroplano. Los arqueólogos encontraron juegos de damas rudimentarios hechos por los soldados.
La República tenía un programa de alfabetización, aparecen muchos tinteros. Atrás dejamos una vitrina con elementos de higiene personal, brochas de afeitar, maquinillas de cortar el pelo, marmitas para el rancho, botes de conserva abiertos con la bayoneta. Hay una frase que quedó en la memoria colectiva, Hay más gente que en la guerra.
Pequeña colección de tinteros de trinchera

lunes, 7 de noviembre de 2016

Ganador V Concurso de Fotografía "La Batalla Olvidada"

Fotografía de Virgilio Hernando
Virgilio Hernando - Primer Premio al Mejor Reportaje.
Un único premio, consistente en un fin de semana para dos personas en habitación doble, en régimen de alojamiento y desayuno en el Hotel Rural Los Ánades de Abánades valorado en 297 Euros, y trofeo exclusivo consistente en una granada de mortero de 81 mm de calibre como las utilizadas en la batalla y grabada a tal efecto.

Fotografía de Virgilio Hernando
El Accésit a la Mejor Fotografía ha sido declarado desierto por falta de unanimidad. Nuestra enhorabuena al ganador y nuestro más sincero agradecimiento a todos los participantes. La entrega del premio tendrá lugar en el Museo Histórico Municipal de Abánades (Guadalajara) en día y hora por determinar. Os mantendremos informados.

Fotografía de Virgilio Hernando


sábado, 5 de noviembre de 2016

El Museo - Primera Parte

Sala Principal del Museo Histórico Municipal de Abánades

Ellos se fueron y nos dejaron sus cosas
Teníamos dos locales de propiedad municipal sin ningún uso, aprovechando un ofrecimiento del Gobierno Central en la legislatura de Zapatero para fomentar el empleo, política keynesiana, la corporación municipal con José Mª Gutiérrez, solicitó y obtuvo fondos para reformar los locales. En principio se pensó en hacer un museo etnográfico recopilando utensilios de la casa, de la vida cotidiana y de las labores del campo. Este tipo de museos lo hay casi en cada pueblo, no obstante cuando entramos en el Museo Municipal de los Espacios Históricos, que así lo llamamos, la parte que da a las ventanas recoge una amplia muestra de estas ocupaciones.
Las circunstancias marcan el devenir histórico, en nuestro pueblo se mantuvo el frente durante gran parte de nuestra Guerra Civil. Miles de hombres armados se enfrentarían entre sí…
Por casualidad, un fin de semana llegó a nuestro pueblo a hospedarse en el Hotel Rural Los Ánades, el alma de este proyecto, Ismael Gallego. Su pasión por la historia reciente nos desenterró lo que teníamos oculto. Los habitantes de Abánades fueron aportando utensilios y chatarra que Ismael fue catalogando y, con ayuda de Luis Miguel Foguet, especialista en este tipo de materiales, fueron dando cuerpo a lo que hoy es el Museo.
Cuando uno se acerca a un museo como éste, donde no hay perspectiva histórica, los prejuicios afloran más que en otro tipo de análisis histórico o cultural. Por mi parte, quiero acercarme a estos objetos que aquí se muestran con una actitud analítica metiéndome en la piel de los protagonistas desde un punto de vista humano y filosófico. Este propósito es harto complicado, ya que lo más fácil es tomar una postura y ensalzar las hazañas gloriosas de cualquiera de los dos bandos.
Sin más preámbulo paseémonos por el Museo. Como ya hemos dicho, el Museo está compuesto por la antigua escuela y lo que era la fragua, tiene forma de ele, el lado más largo corresponde a la escuela y el más corto a la fragua. Entrando queda a la izquierda la sala más amplia con un proyector y sillas colocadas frente a la pantalla.
Indagando en la historia de nuestro pueblo durante la guerra y la contienda en general, el Museo ha generado su propia historia y ésta ha sido grabada y recopilada en material gráfico recogido de las recreaciones que cada año se hacen el segundo domingo de junio. En esta sala de proyecciones se han logrado acumular testimonios de algunos protagonistas de la época, así como cortos con explicaciones de arqueólogos y estudiosos de la materia. Tanto las recreaciones como los demás protagonistas procuran mostrar lo ocurrido dejando que cada uno saque sus propias conclusiones. Al fondo de esta sala sobresale la figura de un cura, preconciliar, sobre un púlpito de forja. Recuerdo que este púlpito estaba en la iglesia cuando yo era pequeño y los días de fiesta mayor, el sacerdote nos sermoneaba desde arriba, era la época del Nacional Catolicismo. Como ya hemos dicho, en el lado izquierdo, frente a la ventana, hay una muestra de la vida cotidiana de los labriegos y pastores de la zona.
En la pared de enfrente cuelgan fotografías de bombardeos y defensa de Madrid. Son exposiciones temporales cedidas por algún apasionado del tema.
Bajo las fotografías, sobre unos cajones de transporte de material, encontramos una variedad de bombas clasificadas en función de su tamaño y su uso. Así tenemos, como si de muñecas rusas se tratara, colocadas de menor a mayor toda una muestra de piezas de artillería. Otro apartado está dedicado a las que fueron lanzadas por obuses, carros de combate y, por último, las de mayor tamaño, que fueron lanzadas desde aviones. Unas están intactas, aunque desactivadas, otras explosionadas o fragmentadas. Para los interesados en la materia, esta muestra abre un gran campo de curiosidades. Mi reflexión se inclina a lo que en filosofía entenderíamos como potencia y acto. Cuando el ingeniero diseña estos arte-factos, busca la máxima eficacia para el momento de la explosión, acto, para ello el equipo diseñador utilizará todos los conocimientos, tanto de la física como de la química, para llegar a un buen término.
Nos dice Aristóteles: «Por naturaleza, todas las cosas nos llevan al fin». Los técnicos han hecho su trabajo, tienen que comprobarlo sobre los restos de la explosión, sobre los muertos en que fallaron sus predicciones. El conocimiento técnico en las guerras progresa de una forma desaforada, no así en las relaciones humanas que busca soluciones después de los conflictos.
Cada apartado de los que trataremos paseando por el museo podría ser un ensayo sobre la materia, ya que estos objetos concentran gran parte de la historia, por su interrelación, de los actores de la primera mitad del siglo XX. Los Túpolev rusos, Fiat italianos y Junkers alemanes lanzaron estas bombas. Sobre la internacionalización del conflicto hablaremos más adelante.
Hay algunas frases que se han dicho sobre las guerras:
Esto es la guerra, no hay normas.
Sálvese quien pueda, todo está permitido.
La guerra es la madre de todas las cosas, interpretado como la dialéctica de la destrucción muerte y creación.
Si quieres la paz prepárate para la guerra. Viejo aforismo latino en el cual muestra al hombre como un lobo para el hombre, estarás a salvo si te temen.
La primera víctima de una guerra es la verdad. En la guerra se cometen actos que serían moralmente censurables y conviene ocultar.
Las guerras generan muchas reflexiones, sobre todo a posteriori, valgan estas sentencias como muestra de estos razonamientos. Parece que todas estas frases nos llevan a un darwinismo social. ¿Qué lugar queda para los socráticos, cristianos y pacifistas en general? También los hay. Por último, para cerrar este apartado, al principio hablamos de la potencia, dejemos que estos artefactos se queden obsoletos en potencia sin llegar al acto.
Antonio Gutiérrez Layna

viernes, 4 de noviembre de 2016

Escuela, Fragua, Museo

Museo Histórico Municipal de Abánades (Antiguas Escuelas, Siglo XIX)

Las cosas cambian, los lugares continúan
La escuela, además de muchas otras cosas, representa el saber abstracto, es aquí donde aprendemos el lenguaje tanto el gramatical como el matemático, el lenguaje hablado lo aprendemos de una manera natural desde los primeros años de nuestra existencia. En la escuela nos enseñan a leer, escribir y el lenguaje de los números, esto es genuinamente humano, con estas herramientas nos proyectamos infinidad de posibilidades.
Aquí, en este lugar, pasé los primeros años de la década de los sesenta, vagos recuerdos me llevan a aquellos inviernos fríos donde cada alumno tenía que portar un ceporro, pedazo de madera leñosa para mantener la estufa. Encima de la estufa cocía una olla grande con agua para preparar la leche en polvo donada por los americanos, eran tiempos de escasez pero también de alegría, los niños siempre juegan. Podía alargar mis recuerdos durante horas pero sólo quiero señalar el lugar.
Junto a la escuela se encontraba la fragua, una casucha baja y destartalada que contrastaba con la escuela, más alta y con sus esquinas de piedra labrada y también en las ventanas. Hemos hablado de un saber teórico especulativo de la escuela para pasar a una transformación de las cosas. Mediante el fuego, el herrero golpea el hierro en el yunque proyectando y llevando a cabo toda clase de utensilios, tanto para el hogar como para las labores del campo, esto era el mundo de los adultos, el mundo del trabajo. Remontándonos a aquellos años sesenta, las mulas eran lo más valioso de la casa, no había maquinaria agrícola, aquí la tecnología llegó tarde, por tanto el cuidado de los animales era algo fundamental y el herrarlos era imprescindible. Unos hermanos del vecino pueblo de Renales se ocupaban de estas labores, venían dos o tres veces por semana. Recuerdo a los dos hermanos, Vitoriano y Gregorio, cómo ponían las herraduras una vez cortadas y alisadas las partes duras de los cascos de las caballerías, con unos clavos llamados tachuelas.
A partir de la década de los setenta, poco a poco se fue despoblando la comarca, la escuela terminarían cerrándola por falta de niños y con la llegada de los primeros tractores las mulas poco a poco fueron despareciendo. Como consecuencia, cerraron la fragua.
 Antonio Gutiérrez Layna