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Fotografía de Javier Marquerie. |
Bajo paraguas e impermeables los presenten
hacen fotos y más fotos a los soldados que siguen presentando armas
indiferentes a la llovizna. Hay algo sobrecogedor que invita a saltar en el
tiempo, a imaginarse nuestros padres, abuelos y bisabuelos arrastrados por el
horror del conflicto. Conmueve pensar que ellos vestirían parecidos uniformes
raídos, portarían las mismas armas y enarbolarían las mismas banderas
enfrentadas, que hoy se inclinan una frente a otra en señal de reconocimiento y
respeto. También formarían empapados bajo la lluvia, hambrientos, exhaustos de
fatiga y sueño, más o menos resignados a las penurias y lo luctuoso de la
guerra, con la mirada ausente en el recuerdo del hogar lejano al que muchos
nunca volverían.
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Fotografía de Javier Marquerie. |
Todos saben que estos soldados no son de
verdad, sino recreadores de diez asociaciones procedentes de toda España que
han participado en la reconstrucción de los combates en el vecino Cerro de la
Muela. Hace poco más de una hora la 70 Brigada Mixta del Ejército Popular
asaltaba las posiciones fortificadas que en las alturas defendían los soldados
de la 75 División del Ejército Nacional. Muchas, muchísimas bajas para los dos
bandos, que aunque simuladas impresionan, sobre todo si los disparos, las
explosiones y el humo se parecen tanto a los reales. La impresión no debe haber
sido del todo mala, casi todo el público asiste al acto y se queda a compartir
paella, sin dejar de hacer fotos y preguntas a “las tropas”.
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Fotografía de Javier Marquerie. |
Puede que no falte quien contemple a los
soldados que presentan armas bajo la lluvia con indiferencia, incluso con
menosprecio. Habrá quien vea un “paripé” entre lo bufo y lo folclórico, la trivialización chabacana de una
tragedia histórica colectiva reducida a espectáculo para turistas. Una charada
que difumina las responsabilidades del conflicto en una equidistancia oportunista
y acomodaticia entre vencedores y vencidos, como si no hubiera habido buenos y
malos, héroes y villanos, víctimas y verdugos…. La “Batalla Olvidada” viene
flanqueando por igual las certezas morales de los aduaneros de la memoria
selectiva y las añagazas de los sepultureros de la historia incómoda. Se trata
de afrontar con ecuanimidad y rigor todos los acontecimientos sean
complacientes o no a las afinidades de bando, acentuando el perfil humano de
los combatientes y civiles que sufrieron aquella guerra incivil. Es un
posicionamiento que obliga a coger un pasado escabroso por los cuernos, mirarlo
a los ojos y asumirlo hacia el futuro. No es fácil, ni del agrado de quienes
optan por enrocarse en lecturas maniqueas de la contienda desde una pretendida
posesión de la verdad de los hechos, pero no parece afectar a quienes asisten
al acto.
Por eso, precisamente por eso, la placa reza
“en recuerdo de todos”.
La llovizna se rompe en un cálido aplauso
cuando, a la orden de descansar armas, nacionales y republicanos descienden al
unísono sus fusiles en perfecta sincronía y se funden en un abrazo fraternal tras
romper filas.
Texto de Miguel Ortego Agustín
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Fotografía de Sergio González Ayllón. |
buen trabajo y fotos fabulosas.
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